Dedicada a los docentes

Revista Digital de la Fundación Casa Editorial Bienaventuranzas, un proyecto de la Conferencia Episcopal de Bolivia.

lunes, 14 de diciembre de 2015

El profesor que apuesta por escuchar a los niños



El profesor César Bona, nominado al Global Teacher Prize (los llamados premios nobel de educación), narra su experiencia como docente. “Cada niño, afirma, es un universo que debemos explorar y conocer”.


Por fuera, se presenta como una persona normal, común. La emoción que nace de su relato refleja la cantidad de historias de vida que atesora gracias a su paso por las aulas. Narra diversos acontecimientos que ha vivido en el aula con la emoción propia del protagonista. Para él, cada niño, cada historia, ha sido un impulso para reafirmar su ser docente.

Ha trascendido a la escena internacional gracias a su nominación para el Global Teacher Prize, uno de los reconocimientos más importantes en educación a nivel mundial. La candidatura fue presentado por estudiantes y padres de familia en reconocimiento a la entrega y dedicación al frente del aula.

César Bona, un español que apenas supera los 40 años, describe detalladamente el acontecimiento por el cual “aprendió a ser docente”. Entregó el resultado de una prueba a un estudiante, Sergio, de 6to curso. La baja calificación no gustó para nada al joven. Como docente, se vio en la obligación de alentar de algún modo al estudiante, así que lo invitó para esforzarse más en los estudios.


La molestia del estudiante por el bajo rendimiento se manifestó en un acto de rebeldía. Al pasar junto a la moto del docente, dejó escapar un escupitajo hacia el asiento. “Ha sido sin querer” se justificó Sergio; “entonces límpialo sin querer” completó César.

El inicio del nuevo curso los volvió a reunir en un aula. En esta ocasión, César fue asignado como tutor de Sergio. Así que, como una de las primeras acciones, consideró conveniente conversar con el estudiante y limar asperezas del pasado. 

Sergio le comentó su gusto por contar cuentos e historias, crear narraciones le permitía acercarse de una manera más dinámica a la realidad. A partir de esa potencialidad, César “pactó” un plan conjunto de trabajo. Cada unidad lectiva contendría una historia; Sergio sería el responsable de transmitir esa historia a sus compañeros. Poco a poco, el comportamiento de Sergio fue mejorando y se convirtió en un estudiante más atento y comprometido. Al concluir el año, las calificaciones de Sergio destacaron positivamente. En un breve conversatorio con el docente, las palabras de este estudiante hicieron repensar la actitud de docente. “Gracias por darme tantas oportunidades”, fueron las sencillas palabras de un estudiante que se sintió escuchado.


El maestro deja una marca en el estudiante. Se convierte en un modelo de vida que los estudiantes, para bien o para mal, asumirán como enseñanza. A partir de esta experiencia, César Bona considera la necesidad de preguntarse cada día como mejorar su ser maestro y dejar un modelo de vida propositivo a los estudiantes.

La participación de un profesor en la escuela es opcional. Si perdió la vocación, puede postular a otra profesión. Pero los niños están obligados a permanecer 12 años en la escuela, ellos no pueden elegir otra alternativa. Y en este periplo escolar, solo cuentan con el apoyo de padres de familia y docentes.

Bona, que ha sido designado como “el mejor profesor de España”, valora el concepto de vocación como el detonante para convertirse en profesor. Sin embargo, esta vocación, por sí sola, no resuelve los dilemas del docente. La actitud se convierte en el valor fundamental que alimenta al profesor moderno. Y esa actitud es la principal enseñanza que el docente debe contagiar a los estudiantes.

El pequeño Sergio mostró el núcleo de la formación que se requiere en las escuelas. El docente se responsabiliza de educar la empatía, la sensibilidad y el respeto como comportamiento de vida tanto en la escuela como en la vida. Sólo con esa base sólida, el resto de los aprendizajes conseguirán un sentido de utilidad y practicidad para los estudiantes.


La escuela debe ser un lugar donde los niños disfruten. El ambiente de enseñanza deberá despertar las potencialidades de cada uno de los estudiantes, promover las actitudes creativas, tan natural en los niños. La experiencia observada por César Bona reclama por una mayor tolerancia al sistema educativo. Los planes de trabajo diseñados castigan la creatividad en favor los procesos de imitación colectiva. Suponen un candado educativo para el desarrollo de las potencialidades ocultas que los estudiantes atesoran.

El entorno escolar es el lugar idóneo para que los estudiantes sean ellos mismos. Al igual que la relación entre Sergio y César, el docente debe escuchar y conocer a sus estudiantes. Muchas veces, requiere revisar las cosas obvias, pues esas mismas son las primeras que damos por sobreentendido y dejamos de considerarlas.

“Cada niño es un universo” considera César para reflejar la gran cantidad de virtudes que los estudiantes de un aula acumulan. “Y cuanto más difícil sea el niño, mayor ha de ser el reto” concluye. Como docentes, frecuentemente ansiamos cambiar a los jóvenes para que se conviertan en personas útiles para la sociedad. Sin embargo, “el buen docente” está llamado a cambiar la perspectiva para atender a los niños e impulsar sus potencialidades, ayudarles a desarrollar esos aspectos que los convertirán en exitosos en un futuro próximo.

“Si queremos una sociedad mejor, debemos empezar por la escuela” concluye César Bona. Reivindica los centros escolares como el espacio ideal para fortalecer los valores como el respeto y la sensibilidad; las herramientas necesarias para que, en su vida adulta, reacciones de la mejor forma a los estímulos de la sociedad. En fin, tan solo aspira a devolver a la educación al lugar que se merece.


Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"

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