El profesor César Bona, nominado al Global
Teacher Prize (los llamados premios nobel de educación), narra su experiencia
como docente. “Cada niño, afirma, es un universo que debemos explorar y
conocer”.
Por fuera, se presenta como una persona normal,
común. La emoción que nace de su relato refleja la cantidad de historias de
vida que atesora gracias a su paso por las aulas. Narra diversos
acontecimientos que ha vivido en el aula con la emoción propia del protagonista.
Para él, cada niño, cada historia, ha sido un impulso para reafirmar su ser
docente.
Ha trascendido a la escena internacional gracias
a su nominación para el Global Teacher Prize, uno de los reconocimientos más
importantes en educación a nivel mundial. La candidatura fue presentado por
estudiantes y padres de familia en reconocimiento a la entrega y dedicación al
frente del aula.
César Bona, un español que apenas supera los 40
años, describe detalladamente el acontecimiento por el cual “aprendió a ser
docente”. Entregó el resultado de una prueba a un estudiante, Sergio, de 6to
curso. La baja calificación no gustó para nada al joven. Como docente, se vio
en la obligación de alentar de algún modo al estudiante, así que lo invitó para
esforzarse más en los estudios.
La molestia del estudiante por el bajo
rendimiento se manifestó en un acto de rebeldía. Al pasar junto a la moto del
docente, dejó escapar un escupitajo hacia el asiento. “Ha sido sin querer” se
justificó Sergio; “entonces límpialo sin querer” completó César.
El inicio del nuevo curso los volvió a reunir en
un aula. En esta ocasión, César fue asignado como tutor de Sergio. Así que,
como una de las primeras acciones, consideró conveniente conversar con el
estudiante y limar asperezas del pasado.
Sergio le comentó su gusto por contar
cuentos e historias, crear narraciones le permitía acercarse de una manera más
dinámica a la realidad. A partir de esa potencialidad, César “pactó” un plan
conjunto de trabajo. Cada unidad lectiva contendría una historia; Sergio sería
el responsable de transmitir esa historia a sus compañeros. Poco a poco, el
comportamiento de Sergio fue mejorando y se convirtió en un estudiante más
atento y comprometido. Al concluir el año, las calificaciones de Sergio destacaron
positivamente. En un breve conversatorio con el docente, las palabras de este
estudiante hicieron repensar la actitud de docente. “Gracias por darme tantas
oportunidades”, fueron las sencillas palabras de un estudiante que se sintió
escuchado.
El maestro deja una marca en el estudiante. Se
convierte en un modelo de vida que los estudiantes, para bien o para mal,
asumirán como enseñanza. A partir de esta experiencia, César Bona considera la
necesidad de preguntarse cada día como mejorar su ser maestro y dejar un modelo
de vida propositivo a los estudiantes.
La participación de un profesor en la escuela es
opcional. Si perdió la vocación, puede postular a otra profesión. Pero los
niños están obligados a permanecer 12 años en la escuela, ellos no pueden elegir
otra alternativa. Y en este periplo escolar, solo cuentan con el apoyo de
padres de familia y docentes.
Bona, que ha sido designado como “el mejor
profesor de España”, valora el concepto de vocación como el detonante para
convertirse en profesor. Sin embargo, esta vocación, por sí sola, no resuelve
los dilemas del docente. La actitud se convierte en el valor fundamental que
alimenta al profesor moderno. Y esa actitud es la principal enseñanza que el
docente debe contagiar a los estudiantes.
El pequeño Sergio mostró el núcleo de la
formación que se requiere en las escuelas. El docente se responsabiliza de
educar la empatía, la sensibilidad y el respeto como comportamiento de vida
tanto en la escuela como en la vida. Sólo con esa base sólida, el resto de los
aprendizajes conseguirán un sentido de utilidad y practicidad para los
estudiantes.
La escuela debe ser un lugar donde los niños
disfruten. El ambiente de enseñanza deberá despertar las potencialidades de
cada uno de los estudiantes, promover las actitudes creativas, tan natural en
los niños. La experiencia observada por César Bona reclama por una mayor
tolerancia al sistema educativo. Los planes de trabajo diseñados castigan la
creatividad en favor los procesos de imitación colectiva. Suponen un candado
educativo para el desarrollo de las potencialidades ocultas que los estudiantes
atesoran.
El entorno escolar es el lugar idóneo para que
los estudiantes sean ellos mismos. Al igual que la relación entre Sergio y
César, el docente debe escuchar y conocer a sus estudiantes. Muchas veces,
requiere revisar las cosas obvias, pues esas mismas son las primeras que damos
por sobreentendido y dejamos de considerarlas.
“Cada niño es un universo” considera César para
reflejar la gran cantidad de virtudes que los estudiantes de un aula acumulan.
“Y cuanto más difícil sea el niño, mayor ha de ser el reto” concluye. Como
docentes, frecuentemente ansiamos cambiar a los jóvenes para que se conviertan
en personas útiles para la sociedad. Sin embargo, “el buen docente” está
llamado a cambiar la perspectiva para atender a los niños e impulsar sus
potencialidades, ayudarles a desarrollar esos aspectos que los convertirán en
exitosos en un futuro próximo.
“Si queremos una sociedad mejor, debemos empezar
por la escuela” concluye César Bona. Reivindica los centros escolares como el
espacio ideal para fortalecer los valores como el respeto y la sensibilidad;
las herramientas necesarias para que, en su vida adulta, reacciones de la mejor
forma a los estímulos de la sociedad. En fin, tan solo aspira a devolver a la
educación al lugar que se merece.
Fuente: Redacción "Diálogo Educativo"
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